Durante las últimas dos décadas, Aguatuya, una fundación sin fines de lucro, se ha dedicado a su misión: “Construir soluciones participativas e innovadoras que contribuyen a la gestión sostenible del ciclo urbano del agua, mejoran la calidad de vida de las personas y protegen el medio ambiente”. A través de la ejecución de diversos proyectos, Aguatuya ha generado un impacto positivo en Bolivia, mejorando las condiciones ambientales de más de 20 municipios y de sus poblaciones, recuperando 30 millones metros cúbicos de aguas residuales tratadas, que en su mayoría fueron utilizadas para riego seguro o fueron devueltas a fuentes de agua sin provocar contaminación. Ha evitado la generación de 200 mil toneladas de gases de efecto invernadero, mediante la promoción de la economía circular con reciclaje y aprovechamiento de residuos sólidos.

Más del 50% de la población mundial vive en ciudades, su crecimiento y demanda de recursos contribuye a la generación de gases efecto invernadero, lo que provoca la crisis climática con la pérdida de biodiversidad. Los impactos ambientales causados por las actividades humanas hacen necesario reconsiderar la relación de las ciudades con la naturaleza. La expansión urbana, el crecimiento demográfico y el actual modelo de producción y consumo, han generado numerosos impactos a nivel global. El manejo a veces incompleto e inadecuado del agua, de las aguas residuales, de los residuos sólidos y las fuentes de emisiones atmosféricas han implicado la contaminación del aire, el agua y el suelo.

El deterioro de los ecosistemas en áreas urbanas agrava las condiciones de riesgo, reduce el acceso a servicios ecosistémicos importantes como el agua potable, el aire limpio y los suelos fértiles, afectando negativamente a la salud humana y de otras especies. Este deterioro reduce igualmente la capacidad de las ciudades de capturar carbono, limitando las oportunidades para la mitigación del cambio climático, así como la capacidad de regulación del ciclo de agua, del aire, de los suelos y de la temperatura, entre otros, disminuyendo las oportunidades de las ciudades de adaptación al cambio climático.

A medida que cambia el clima, cambiaran también los recursos de agua dulce y salada sobre los que se basan nuestras sociedades y economías. Y, a medida que cambia el clima, cambiará o debería cambiar nuestra relación con el agua. Al principio, puede que esa agua llene los ríos y las cuencas fluviales, pero conforme haya menos hielo, también se verán mermadas las aguas de escorrentía y el agua dulce disponible.

El trabajo de Aguatuya, desde hace 20 años, incluye investigaciones, desarrollo de modelos sostenibles en funcionamiento, tecnologías innovadoras y gestión del conocimiento. Todo ello inspirado en estos desafíos como humanidad. Su aporte es mejorar, justamente, el ciclo urbano del agua y la captura de carbono en las ciudades para impactar en el bienestar social y lo hace porque tiene esperanza en que la humanidad puede desarrollar nuevas formas de convivir de manera sostenible en nuestro planeta.

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